Para poder crear la vida que queremos debemos establecer cuáles son las prioridades en nuestra vida y no sólo eso, sino también; actuar en consecuencia a nuestras prioridades. Ser congruentes con lo que decimos que es importante para nosotros. Al final del día lo que hacemos habla tan fuerte que lo que decimos no se escucha.
Uno de los beneficios de tener mis prioridades identificadas es que me da un objetivo claro, me permite vivir la vida que realmente deseo vivir; y revisar mis prioridades periódicamente me permite mantenerme enfocado en el camino que quiero caminar. Esto a su vez me da permanencia y persistencia, algo que si no poseemos dificulta que alcancemos el éxito.
Escuché en una conferencia una vez que existe un tipo de personas que tiene muchísimo potencial y bajo nivel de logro; el conferencista exponía un estudio sobre los diferentes tipos de personas que presentaban esta característica. Son personas que pueden lograr el éxito, incluso han saboreado resultados momentáneos pero parece ser que no logran mantener un resultado o se quedan justo en la brecha de lograr ese sueño o esa meta.
Dentro de los diferentes tipos de personas que tienen mucho potencial y bajo nivel de logro que mencionó el conferencista, están los que él llamó: los cambiantes. Son aquellos que hoy están apasionados con una idea, proyecto o actividad y mañana ya de repente están en otra cosa. No echan raíces en algo, no terminan de comprometerse del todo en eso que creen o peor aún permiten que otros determinen sus prioridades y puedan cambiar su esquema, calendario o agenda.
Si se le diera a elegir entre ahorrar tiempo o dinero ¿qué preferiría ahorrar?
Imagine esta escena, usted tiene 100 dólares que entró en su bolsillo en la mañana antes de salir de su casa y cuando se dirige a un establecimiento a pagar con los 100 dólares, entra su mano en el bolsillo derecho y no encuentra el billete, luego entra la mano en el bolsillo izquierdo y tampoco lo encuentra.
Su ritmo cardíaco empieza a acelerarse y entra la mano en el bolsillo trasero derecho para descubrir nuevamente que el billete no está. Esa sensación de que es su última esperanza, un último bolsillo por revisar, ya no le queda otro, entra la mano lentamente en el bolsillo trasero izquierdo, una gota de sudor empieza a bajar desde su frente para descubrir la aterradora conclusión de que perdió los 100 dólares.
Lo sé, es un sentimiento no muy grato, me ha pasado. No le deseo a nadie vivir esa lenta tortura. Pero aunque perdamos dinero, podemos volver a producirlo, hemos producido más dinero después de vivir esa pérdida. Ahora, la pregunta es ¿quién de nosotros puede recuperar la mañana de hoy si la pierde?
Por lo tanto el tiempo es nuestro mayor tesoro, la manera en que invierte su tiempo es mucho más importante que cómo gasta su dinero. Los errores de dinero son a menudo reparables, pero cuando pierde el tiempo se fue para siempre.
Sus prioridades determinan cómo pasa su tiempo y el tiempo es precioso. Su tiempo no tiene precio.
Siendo el tiempo tan valioso tiene una peculiaridad, no se puede cambiar el tiempo. Él pasa de igual manera para altos y bajos, para dominicanos y colombianos. El tiempo solo es, no podemos decir que nos regalen 3 horas más en el día de hoy, o guardar unos cuantos minutos para mañana. Lo único que podemos hacer es administrar nuestras prioridades sabiamente para lograr lo que queremos.
Una de las principales cosas que debemos hacer es simplificar nuestras vidas, a veces queremos hacer tantas cosas que no hacemos nada al final. Debemos adquirir la sabiduría para saber qué NO hacer, cuales cosas obviar y dejar pasar y simplemente dejar que ocurran, dejar de querer tener el control de todo lo que nos acontece o pasa a nuestro alrededor resultará en mucho estrés y muy poca efectividad en nuestras vidas.
Es algo que a mí me a costado porque antes dejaba que las personas determinaran mi agenda, tenía una necesidad de agradar o complacer a todos. Decía que Sí sin realmente poder, entonces donde quiera que se me necesitaba ahí estaba yo, dejando que mi agenda se llene con todo aquel que quisiera; no estaba actuando según mis prioridades. Era como una ambulancia, donde quiera que alguien gritaba para allá iba y así no se logran objetivos ni se es efectivo. Cuando me di cuenta de eso, empecé intencionalmente a no permitir que otros controlaran mi agenda sino que mi agenda sea controlada por mis prioridades.
Stephen Covey describe en su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” una guía para administrar nuestras actividades en el tiempo. Él clasifica cada actividad que hagamos en 4 categorías: Importantes y urgentes, importantes y no urgentes, no importantes y urgentes, no importantes y no urgentes. Es un cuadrante de prioridades; cuando identificamos dentro de todo el tumulto de cosas que debemos hacer qué actividad corresponde a cuál cuadrante y nos mantenemos intencionalmente en el cuadrante 2 que son importantes no urgentes, entonces estamos administrando bien nuestras prioridades de lo contrario estamos siendo poco efectivos.
En el primer cuadrante están las cosas importantes y urgentes. Ejemplo: En una empresa de producción cuando se agota la materia prima o cuando llega la fecha final de hacer los reportes de impuestos en nuestra empresa. Aquí se mantienen los líderes que se dejan arropar por todas las cosas que deben hacer y viven apagando fuego, pareciera que se quieren graduar de bomberos nacionales; esto ocurre cuando procrastinamos, dejamos para mañana lo que debemos hacer hoy, dejamos que las cosas fáciles se acumulen y se tornen difíciles.
Las del segundo cuadrante, las actividades importantes y no urgentes, es el cuadrante ideal donde deben mantenerse los líderes efectivos. Ejemplo: un proyecto con fecha de entrega futura o adquirir el seguro de nuestro vehículo o el de salud. Aquí apartamos un espacio DIARIAMENTE para hacer esas cosas importantes aunque no se requieran ahora, para que no se tornen urgentes, porque al dejar que una actividad importante se torne urgente aumentamos su probabilidad de fallo o error, porque aumenta la presión en su ejecución.
Las del tercer cuadrante, las actividades no importantes y urgentes, son aquellas actividades que pueden entorpecer nuestro flujo de actividades pero no impactan de manera directa la operación a nivel de daños o fallos. Ejemplo: completar algún requisito de papeles para una requisición u obtener la firma de algún gerente para permitir una operación. Estas actividades son urgentes porque de no hacerse no se puede lograr la actividad crítica.
Y el último cuadrante que describe Covey es el de las actividades no importantes y no urgentes. Estas actividades son como: archivar papeles o validar datos. Son actividades que deben hacerse pero no repercuten de ninguna manera nuestros resultados inmediatos ni tampoco atrasan nuestras operaciones del momento.
Este estudio de actividades lo hacemos con mayor profundidad en un curso que imparto que se llama Gerencia y Liderazgo; allí detalladamente proporcionamos ideas para manejar cada actividad en cada cuadrante y hacemos un estudio específico para evaluar un día a día tuyo en tu lugar de trabajo, de manera que puedas escoger tus prioridades y no dejarte atropellar por las actividades según se presenten. Pasamos 3 semanas estudiando detenidamente este cuadrante, los 5 niveles de liderazgo entre otros principios importantes para lograr aumentar nuestra influencia.
Algunas cosas que debemos hacer para trabajar nuestras prioridades Hoy son las siguientes:
1.- Evalúe las prioridades cada día: nuestros principios no cambian pero nuestras prioridades sí, hay acontecimientos en nuestra vida que nos exigen cambiar nuestro enfoque y dedicar mayor atención a cosas que antes no lo hacíamos. Ejemplo: una mujer enfocada en su trabajo y luego va a tener un bebé y formar familia; no es que vaya a dejar su trabajo pero ahora este evento requerirá más atención de la que le ponía antes. Debemos ser flexibles y saber que la vida es dinámica, adaptarnos a ese dinamismo y evaluar nuestras prioridades día tras día.
2.- Planifique su tiempo con cuidado: de tiempo es de lo que está hecha la vida por ende quien descuida y desperdicia su tiempo esta desperdiciando su vida, está cometiendo un suicidio involuntario. Seamos celosos con nuestro tiempo porque una vez perdido no lo podemos recuperar.
3.- Siga su plan: suena irónico pero existen montones de personas que hacen un plan espectacular, lo hacen con lujo de detalles, se emocionan, están eufóricos por arrancar pero nunca arrancan. Dejan que una vez ponen en marcha su plan otras personas los retrasen en su plan de acción o peor aún que hagan que desistan.
4.- Delegue cada vez que le sea posible: la única forma de crecer y lograr grandes metas, es creando un equipo y confiar lo suficiente para delegar. Un líder que no sabe delegar efectivamente es un líder que nunca conquistará su potencial, porque humanamente tiene un límite en lo que puede lograr. Otorgue el privilegio a su equipo de cometer errores calculados, la única forma de aprender es estando en el campo de batalla. Nadie aprende a nadar por Internet o leyendo un libro, es tirándose al mar y tragando agua de vez en cuando, irónicamente a veces queremos que nuestros líderes aprendan de esta forma. Obviamente, las personas de nuestro equipo deben ganarse el derecho de gozar de esa confianza y eso se logra al ellos mostrar su compromiso y al prepararse para esa tarea.
5.- Invierta en las personas adecuadas cada día: algo que nos pasa a los líderes que vivimos constantemente entrenando personas y equipándolas para el éxito es que en nuestra inexperiencia al principio creemos que toda tierra es fértil para invertir.
Puede que la semilla sea buena, la enseñanza, la disposición, el deseo que le vaya bien y avance, pero esa personas no es una tierra fértil donde invertir nuestros esfuerzos, solamente pueden causar frustración y quitarle el privilegio a otro que sí quiere aprender y avanzar.
La misma palabra dice que no echemos perlas a los cerdos, esto quiere decir que no todos van a valorar lo que hacemos por ellos, debemos estar claros con esto y saber vivir con la falta de agradecimiento. Pero la experiencia no debe pasarnos por encima, sino cada vez ser mas intuitivos para saber en quien invertimos, debemos escuchar con nuestros ojos, al final del día nuestras acciones son las que determinan qué tanto queremos algo. Y en última instancia de todas formas demos lo mejor de nosotros, porque quizá no cosechemos donde sembremos pero siempre cosecharemos lo que sembramos, o sea que todo el bien que hagamos de corazón lo recibiremos multiplicado.
El valor del tiempo
Para conocer el valor de un año… pregúntele a un estudiante que desaprobó el examen final.
Para conocer el valor de un mes… pregúntele a la madre de un bebé prematuro.
Para conocer el valor de una semana… pregúntele al editor de una revista semanal.
Para conocer el valor de un día… pregúntele a un asalariado, padre de seis hijos.
Para conocer el valor de una hora… pregúnteles a unos novios que esperan encontrarse.
Para conocer el valor de un minuto… pregúntele a una persona que perdió un avión.
Para conocer el valor de un segundo… pregúntele a una persona que sobrevivió a un accidente.
Para conocer el valor de un milisegundo… pregúntele al medallista de plata en las Olimpiadas.
John Maxwell
Escrito por: Enrique Canela
Speaker ? John Maxwell Team Member ? Co-Founder Seener-G Business School? Seener-G Certified Expert